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Siendo el punto más característico de la vida de las Mínimas el desagravio a la Divina Justicia, se sigue que la doctrina del victimado debe estar muy grabado en sus mentes y corazones para convertirla en obras para gloria de Dios.
A continuación trascribimos la definición y explicación de esta vocación que Nuestra Madre Conchita misma escribió y lleva fecha de 6 de enero de 1948:
“Si tú eres una de esas almas a quien Jesús ha mostrado sus llagas, a quienes al pasar por la Vía Dolorosa ha invitado a ser Cirineo, a quienes en el secreto del corazón ha confidenciado su dolor de Víctima y su celo de Redentor. . .¿quieres poner bálsamo a las llagas preciosas de la humanidad del Hijo de Dios y ayudarle a llevar su Cruz? ¿Quieres consolar su Corazón, salvando almas?
No es necesario ninguna mutación exterior de tu vida para que satisfagas su deseo.
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Jesús clavado en la Cruz desde hace veinte siglos por nuestro amor, hecho Víctima perfecta de la Divina Justicia en aras de su caridad, por desagraviar a su Eterno Padre de todos los pecados de todo el mundo y rescatarnos a todos del poder de Satanás, sigue clamando como aquella tarde del Viernes Santo en el Gólgota: |
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¡Tengo Sed!
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Su sed es sed de almas. Y esa sed no sólo no ha sido mitigada, sino cada día es aumentada a causa de que el pecado va creciendo en el mundo. Por tanto, su grito lastimero nos dice por San Pablo: Quiero suplir en mi cuerpo (su Cuerpo Místico) lo que faltó a la Pasión de Cristo.
¿Sabes que significa esto? Jesús Víctima, crucificado en la Sagrada Eucaristía, donde se ha quedado vivo entre nosotros, si bien no es insensible en su Corazón, es impasible en su Carne glorificada ya: no puede ya sufrir, y QUIERE SEGUIR SUFRIENDO. Por esto pide “víctimas” que voluntariamente se inmolen como Él, que le presten su alma y su cuerpo para SEGUIR SUFRIENDO EN ELLAS y ofrecer como suyos estos sacrificios a su Eterno Padre.
Pide almas que como Él se entreguen amorosamente a la Divina Justicia, ofendida por el pecado, y en rescate de los pecadores. Pide víctimas, pide una legión de esas víctimas a las cuales Él cubrirá con el precioso velo de sus méritos divinos, asociándola a su victimado propiciatorio.
¿Quieres venir a las filas de este Caudillo divino, a pelear valerosamente contra los principados y potestades infernales y rescatar almas? ¡Únete a Cristo Víctima! ¡Clávate con Cristo en su misma Cruz! ¡Bebe el cáliz que Él bebió! ¡Ofrécete como Él se ofreció! “He aquí que vengo, oh Padre, a cumplir tu voluntad.”
¿Cuál es la voluntad del Padre, respecto del plan de la redención? “Que ninguna se pierda. . . que todos se salven.” |
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Por el año de 1932, Nuestra Madre Conchita pintó al óleo una imagen que ella describe como la figura simbólica de la Divina Justicia, de la siguiente manera: |
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En medio del cuadro hay una hostia blanquísima y grande, resaltando su blancura en un fondo azul de cielo. Dentro de aquella hostia está el Corazón de Jesús, clavado en una cruz, que abarca toda la hostia. De muy alto y rasgándose las nubes descienden tres rayos como de fuego que proceden de un globo rojizo, y estos rayos al terminar forman uno solo y penetra al Corazón por su víscera y del Corazón salen llamas igualmente que se funden con las que forman aquellos rayos. De la herida del Corazón salen otros tres rayos pero como de una luz suavísima, y estos caen sobre una superficie negra que es la tierra y donde esta luz se extiende brotan flores: azucenas, rosas y pasionarias. De otro lado de la tierra que queda como en penumbra suben como unas como plumitas negras y van a clavarse en aquel Corazón.
La explicación de estos símbolos es la siguiente:
Tres son los rayos de la Divina Justicia por razón de la Trinidad de Dios, los cuales al descargarse sobre el mundo como una saeta terrible de santidad inmensa, pasan por el Corazón del Verbo, Medianero entre el cielo y la tierra, que en estado de Víctima, permanece crucificado en la Sagrada Eucaristía. Y este Corazón, manantial de dulzura, los convierte en su misma esencia para derramarlos sobre las almas como lluvia bienhechora que hacen germinar flores de sagrado perfume (entendí ser estas flores, símbolo de las virtudes: pureza, caridad y sacrificio). Y a pesar de tanto amor, el mundo le corresponde con la mayor de las ingratitudes, huyendo de los fulgores de sus rayos y de la suavidad de su amor. Y aumenta su dolores místicos lanzándole flechas de ignominia.
El alma víctima debe fundirse por la caridad e inmolación con el Divino Corazón de Jesús, para que sea efectivo su servicio en desagravio a la Divina Justicia en bien de las almas y el consuelo del Corazón Santísimo de la Víctima Eucarística; pues siendo este Divino Corazón el centro a donde convergen los tres rayos del Sol Divino de Justicia, necesitan las almas víctimas identificarse con El para unificarse.
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