Nuestra Madre Conchita nos ha dejado en sus escritos todos los pasos que tomó para la fundación de esta Obra. Habiendo salido a escondidas de la casa paterna, escribe: “Había dejado mi casa por una meta certera y fija: esconderme de todo y de todos en el claustro austero de las Capuchinas, a donde me inspiraba Dios que debía ir entonces. Mi único tesoro era Cristo, y Cristo me llamaba instantemente hacia el fondo de la soledad y la oración. El 5 de mayo de 1930, fue por mí una persona enviada de las Capuchinas Sacramentarias de Tlalpan, para recibirme al Postulantado. Mi ingreso con las religiosas Capuchinas fue un ensalmo de dicha y de paz del alma... ¡qué inmensamente feliz fui!

Ahí me llevó Dios precisamente porque ese era el camino de la consecución de la Obra a que Él me llamaba: La Obra del Desagravio de las pobres Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María. “Allí me tenía Dios deparado lo mejor: conocer la regla de vida que Dios me inspiraba para su Obra como era la santa Regla franciscana, y ponerme en contacto con Superiores eclesiásticos destacados: el R.P. Félix de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo y el P. Director de aquella comunidad. Entre él y el R.P. José Quijada, de la misma Congregación, se tomaron el encargo de probar y examinar el espíritu que me guiaba, y en julio de 1931 pude acercarme a la Sagrada Mitra Metropolitana a gestionar la Fundación y obtuve éxito. Aprobado por mis superiores en 1931 escribí las Constituciones propias de la Obra del Desagravio.

El Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo Primado de México, Dr. D. Pascual Díaz Barreto la aprobó y aceptó que fueran aquellas Capuchinas las fundadoras. Pero en los planes de Dios entraba muchísimo más sacrificio del que yo podía imaginar, y sucedió que cuando estaba para llevarse acabo la fundación mi señor padre se presentó ante el Sr. Arzobispo exigiéndole que yo volviese al hogar paterno. Esto ocurrió en noviembre de 1931.

 
 

Cuando mi padre fue a interceptarme el camino de Dios para obligarme a retornar con él al hogar paterno, donde, a más de tener que sacrificar mi vocación, sabía yo que me esperaba un martirio prolongado, lo acepté plenamente. En aquella hora de dolor, que se inició el 2 de noviembre de 1931 y terminó el 1 de enero de 1942, fue un don del cielo el haber tenido un director sabio y muy santo, el R.P. Carlos M. Mayer, S.J.

Cuando en 1942 Dios me concedió la realización de su Obra del Desagravio, fue por indicaciones de este buen Padre que elegí la diócesis de Zamora. Nunca antes hubiera yo creído ser la elegida por Dios para fundadora. No me asustaba la responsabilidad ni el trabajo, sino mi incapacidad; pero obedeciendo, me lancé a la obra.

Por medio de mi amiga Angelita pude comunicarme por escrito desde 1940 con el Excmo. Sr. Obispo de aquella Diócesis, Dr. D. Manuel Fulcheri y Pietrasanta, quien fue conmigo benévolo y me respaldó desde el principio. De acuerdo con él me iría temporalmente a estudiar al internado de las Madres del Sagrado Corazón.

Tres tardes a la semana me dispensaba Su Excelencia largas audiencias. Por fin, fue el 23 de marzo de 1942 cuando me dijo: ‘Muy bien hija mía, apruebo todo absolutamente y con gran aprecio de mi corazón, vaya usted primero a mi clero y muéstreles sus proyectos, dígales que yo la apoyo en todo, y, cuando tenga usted casa habitación y compañeras idóneas, avíseme, y se dará principio canónicamente a la erección de esa nueva Obra Religiosa’. Caí de rodillas llorando de alegría, de miedo, de no sé qué. El Sr. Fulcheri siempre nos decía: ‘Esta Obra no ha nacido en mis manos sino en mi corazón. Hijas mías: las quiero yo, las quiere Dios, las bendigo yo, las bendice Dios’.

 

Nuestra Madre por el año de 1932
 
 

Primera casa en Zamora Michoacán

 
 

Primera Comunidad de Mínimas en Zamora
 
 

Su Excia. Rvma., me había ofrecido, ser él quien hiciera la ceremonia, pero el día 23 de junio se presentó por la tarde el Sr. Cura Párroco Nabor Victoria y me notificó, que el Excmo. Sr. Fulcheri había salido para México y le había delegado a él la ceremonia que tendría que ser el día siguiente a temprana hora, a las 7 de la mañana.

Para mí fue aquella una fiesta, la más grande y bella de toda mi vida: era que estaba por nacer, ahí en aquel humilde pesebre, la Obra de mi Dios. Era que, se iba a celebrar por vez primera el Santo Sacrificio de la Misa en el DESAGRAVIO! El Sr. Cura Victoria, hizo notar la providencial coincidencia de que, esta Obra, que representa a Cristo en su segunda venida, haya nacido en el mismo día que la Iglesia celebra al Precursor de Cristo como Redentor, o sea el 24 de junio, día de San Juan Bautista.

 

R.P. Nabor Victoria.
 
 

Nuestra Madre Conchita en Zamora después de la muerte
del Sr. Obispo Fulcheri
 

Como quien navega sí, pero con viento en popa y lleva bonanza al recorrer la navegación, así fue nuestra primera casa o fundación del Desagravio. En 1946 habían transcurrido apenas cuatro años de la fundación y ya eran quince Mínimas. El Sr. Fulcheri deseaba elevar a la Santa Sede preces pidiendo la Aprobación Pontificia cuando inesperadamente cayó gravemente enfermo y murió sin haber firmado las preces.

Después de un año de la sede vacante, tuvimos la recepción del obispo sucesor: el Excmo. Sr. José Gabriel Anaya y Díez de Bonilla. Desde su llegada este prelado nos causó gran desilusión y temor. Su genio era diferente al antecesor, y fuimos viendo con gran dolor que nos había llegado un azote de flagelación y sin piedad alguna. Todo cuanto le presentamos le parecía mal. Las Constituciones me hizo darles diferente forma hasta siete veces.

Entre tanto las preces a Roma no se elevaban, porque el Sr. Obispo no estaba conforme con las Constituciones, ideales y finalidades de la Obra. Aquello fue una lucha agotadora.”

Por consejo de su Director, Nuestra Madre Conchita renunció el cargo de Superiora, y el obispo, tras de haber convocado a la Comunidad a elecciones, quedó como Superiora una profesa de votos temporales que pronto comenzó a cambiar puntos de la Regla muy delicados. Nuestra Madre, consciente de su obligación como Fundadora, llamó la atención a la nueva Superiora. Ésta buscó y obtuvo el apoyo del obispo quien, tras una serie de arbitrariedades llegó un día al convento, y en un arranque de cólera reunió a toda la Comunidad y les dijo que todas quedaban sin votos y que entregaran todos los bienes de la casa por ser bienes de la Iglesia. Al día siguiente iría un sacerdote a llevarse el Sagrado Depósito. ¿Qué hacer?... Callar... sufrir... esperar en Dios.

 
 

Prosigue Nuestra Madre: “Había una profecía de Nuestro Señor, quien desde años atrás me había dicho: ‘Mi Obra del Desagravio me representará a Mí, y por lo mismo tendrá el mismo camino que Yo tuve al nacer en la tierra: nacerá pobremente en un pesebre, crecerá y llegará a la opulencia, pero entonces la traicionarán, la matarán, la sepultarán y... resucitará a los pies de mi Amado Vicario en Roma’.

 

 

 

Después de la trágica destrucción, permanecimos en Zamora desde el 23 de octubre de 1951 hasta el mes de mayo de 1952. A pesar de su hostilidad primera, de pronto el Sr. Obispo accedió a que la casa fuese escriturada a mi nombre, y juntamente externó una disposición de ánimo benévola, verdaderamente nosotras no podíamos comprender a qué se debía ese cambio. Entonces supe que el Lic. Luis G. Carrillo, un antiguo amigo de mi familia, cuando supo la noticia de que las Mínimas estábamos en circunstancias apremiantes, fue a Zamora, y se presentó ante el Sr. Obispo. Pasando su tarjeta de profesional en abogacía, y, como juez de primera instancia en Guadalajara, le dijo: ‘Yo conozco a Conchita desde niña y la he visto entregada a sólo Dios..., no permitiré que se le haga tal despojo de sus bienes, que ella heredó honradamente de sus padres’. Aunque el Sr. Obispo devolvió aquellos bienes, después reunió a los hombres más ricos y poderosos del pueblo y les dijo que aquel que intentase comprar la casa de las Mínimas quedaría excomulgado.

Cuando por fin salimos de Zamora fuimos a despedirnos del Excmo. Sr. Obispo Diocesano y después de haber recibido su bendición, mudas nos retiramos. Nos platicaban después que el Sr. Obispo decía: ‘A dondequiera que vaya la Srita. Zúñiga a proponer su Obra, allí estará mi mano para deshacerla’.

Nos instalamos en la Ciudad de México para escondernos de los comentarios, porque en medio de nuestro inmenso dolor, necesitábamos la paz, el olvido de todos y, meditar prudentemente qué orientación debíamos tomar. Nuestra espera en el mundo fue desde mayo de 1952 hasta enero de 1964. Todo este tiempo, rodamos por la ciudad porque no teniendo casa propia, tampoco podíamos residir en un solo domicilio. Todos esos años nos cambiamos catorce veces. ¡Se trataba de sufrir!

 

Las Mínimas exclaustradas.
 
 

El Prosecretario de Religiosas, D. Ramón Martínez me exhortaba a no desmayar y seguir adelante en la búsqueda del nuevo Belén donde había de nacer la segunda fundación de Desagravio. Fue por medio de él que el Sr. Arzobispo de San Luis Potosí nos señalara el camino a seguir: si la Obra estaba canónicamente erigida en la diócesis de Zamora, no era legal que el obispo sucesor cegara dicha Obra sin que mediase primero una causa que así lo ameritara, y sin embargo, el trámite canónico tenía que ser llevado a la Santa Sede. Por lo cual, como lo sucedido había sido como un asalto de mata, este asunto debería ser llevado a la Santa Sede por el mismo Sr. Obispo Anaya, y fuera por medio de documentos o yendo la Fundadora personalmente. Escribimos al Excmo. Sr. Anaya y no sólo me respondió que sí llevaría él esta encomienda, pero que si yo quería ir a Roma también, él me ayudaría para los gastos, y me giró desde luego un cheque de mil pesos y una carta para que yo la presentara a donde fuera oportuno, dando constancia de que yo tenía suma urgencia de ir a Roma a tratar un asunto de la mayor gloria de Dios.”

 
 
 
 
Fundación Michoacán
 
 
 
 

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¿Quiénes son las Mínimas?

Nombre de la Congregación

La Fundadora

Historia

Primera fundación:
Zamora, Michoacán

Un viaje a Roma

Segunda fundación:
Chilapa, Guerrero

Tercera Fundación:
México, D.F.

Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco

Espiritualidad

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Congregación

El Victimado

Virtudes características

Tintes de la
Congregación

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