El día de la ceremonia la postulante se viste de una túnica blanca de seda o lana fina, amplia, que llegue al suelo, con cinturón y adornos. Lleva el pelo suelto, cubierta con un velo blanco circular y sobre la cabeza una corona de flores naturales. Lleva sandalias sencillas.

Aparecerá a la entrada de la capilla honesta como conviene a la que ha sido escogida por esposa de Nuestro Señor Jesucristo. Su única madrina para esta ceremonia es su propia madre, que estará a su lado hasta el final de ella.